Argentina, inmersa en su peor crisis política, económica e institucional de la historia reciente, busca obtener de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI) una ayuda financiera de $25 mil millones para encarar la crisis.1 La situación de Argentina se deterioró rápidamente; mucha gente protesta y ataca a los políticos en las calles, saquea supermercados y tiendas y retira el dinero del banco para comprar dólares estadounidenses. Evidentemente, han perdido la confianza en sus instituciones y sus dirigentes.
Mas ayuda internacional, sin embargo, no cambiará esta realidad. Sólo la adopción de reformas profundas en el sistema judicial, político y económico de la Argentina permitirá que la gente comience a recobrar la confianza y que el país se encamine hacia su recuperación.
Aunque la necesidad de una reforma tan amplia no es una novedad en la Argentina, la implementación de reformas drásticas implica un alto costo político. Por eso, los sucesivos gobiernos, incluida la administración actual del Presidente Eduardo Duhalde, evitaron la reforma y, en su lugar, salieron en búsqueda de más ayuda externa para mitigar los problemas económicos. Pero de poco han servido los $30 mil millones que el FMI le proporcionó a Argentina continuamente desde 1983 para evitar esta crisis y, peor aún, han posibilitado a los dirigentes argentinos retrasar la reforma.
Por tal motivo, el gobierno de Estados Unidos es racio a apoyar la entrega de más ayuda financiera para Argentina hasta tanto sus dirigentes no comiencen a impulsar reformas vitales por sí mismos. El Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, es una de las personas que han expresado claramente que Argentina debe realizar mayores esfuerzos para poner fin a la crisis.
Según los medios locales, la administración Duhalde adoptó una nueva estrategia para obtener ayuda internacional y de Estados Unidos. Su meta es mover el tema de la ayuda internacional del escritorio del Secretario del Tesoro a la agenda del Departamento de Estado de Estados Unidos. Los funcionarios argentinos llaman a esta estrategia desfondomonetarización de la Argentina.2 Es decir, el gobierno argentino quiere transformarse en un aliado de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo y busca ayuda financiera para contener los disturbios y el vertiginoso aumento de la delincuencia en su propio país con el fin de evitar que Argentina se convierta en una sociedad ingobernable (situación que podría finalmente alentar la presencia de células terroristas). Los dirigentes argentinos creen que el Departamento de Estado de EE.UU. respaldaría el envío de ayuda financiera a Argentina por razones de seguridad.
La nueva estrategia del gobierno es, políticamente, inteligente. Revela, sin embargo, qué tan lejos el gobierno argentino está dispuesto a llegar para evitar la reforma. Si Argentina obtiene ayuda externa antes de diseñar un plan de reforma creíble para su recuperación y sin implementar algunas reformas por sí misma, dicha ayuda se perderá en el corrupto sistema político argentino, sin que se logre nada para el ciudadano común. La Administración Bush debería dejar en claro que no enviará dinero ni apoyará nuevos préstamos del FMI para Argentina hasta tanto el gobierno de este país no instituya reformas y proponga un plan de recuperación, detallado paso por paso, coherente y creíble.
Igualmente importante es que la Administración Bush aproveche esta oportunidad para impulsar reformas en el modo en que las instituciones financieras internacionales (IFI) otorgan prestamos, con el fin de evitar crisis similares a la de Argentina en otros países en vías de desarrollo. Dicha modalidad permite a los inversores internacionales evitar los riesgos de las malas decisiones de inversión, a los gobiernos, realizar una mala gestión de la economía y a los funcionarios corruptos, permanecer en el poder. Si hay algo que queda comprobado a través de la crisis de Argentina, es que sin reformas económicas, políticas y judiciales, la ayuda internacional sólo sirve para prolongar el sufrimiento del pueblo en crisis.
LA SEGURIDAD DEPENDE DE LA ESTABILIDAD ECONÓMICA
Los problemas institucionales y económicos de Argentina se originan en políticas ineficaces. Estas políticas incluyen altas barreras comerciales, excesiva regulación del mercado laboral, un enmarañado sistema impositivo, infinitos pasos burocráticos para iniciar un negocio o realizar tramites, restricciones financieras para que individuos y comercios usen sus fondos, controles de precios, un sistema electoral que hace que la gente no sepa quien la representa en el Congreso ni que hace esa persona con el dinero público y un estado de derecho débil.
Los disturbios, las protestas de la clase media, las largas colas para comprar dólares estadounidenses y los altos niveles de delincuencia son los síntomas de los problemas del país. Estos síntomas se pueden aliviar sólo mediante el fortalecimiento de la economía y una mayor independencia y transparencia del poder judicial, que es la única manera de garantizar la implementación de las reformas y la encarcelación de dirigentes políticos corruptos. Además, el gobierno debería poner fin al "pacto de coparticipación", mecanismo mediante el cual el gobierno federal subvenciona los gastos del gobierno provincial, y eliminar las rígidas leyes laborales.
Hacer todo esto requiere de un compromiso político para la reforma, no de más dinero del FMI. Sin embargo, los dirigentes argentinos eligieron politizar la crisis, haciendo que los síntomas (por ejemplo, disturbios y saqueos) parezcan ser el problema, el cual sostienen que sólo puede combatirse con ayuda internacional.
Sin lugar a dudas, la crisis de Argentina puede empeorar y muchos predicen que así será.3 El país ha experimentado una prolongada recesión, durante la cual la tasa de crecimiento del PBI disminuyó, mientras se acumuló una deuda externa de $150 mil millones. Pero la ayuda internacional no puede solucionar los problemas económicos subyacentes. Es obvio que el paquete de crédito del FMI y otras instituciones de $20 mil millones aprobado en enero del año 2001 no tuvo casi efecto y existen al menos dos motivos convincentes para creer que el envío de más ayuda financiera a Argentina, antes de que el gobierno de Duhalde instituya las reformas económicas y políticas necesarias, no cambiará la situación actual:
- El dinero del
FMI nunca ayudó a Argentina. Desde1983, los
sucesivos gobiernos argentinos no lograron cumplir con las
condiciones impuestas con cada préstamo del FMI.4 Además, los $30 mil
millones que el FMI otorgó en préstamos a Argentina
durante los últimos 18 años no fomentaron el
crecimiento económico ni la estabilidad. Por el contrario,
los paquetes de créditos surtieron el perverso efecto de
incentivar pésimas decisiones de inversión (al
reducir el riesgo al que se exponen los inversores por sus
elecciones) mientras que aumentaban la deuda del pueblo argentino,
disminuían el estándar de vida e incrementaban el
desempleo.
Por ejemplo, como se muestra en el Gráfico 1, la deuda externa como porcentaje del PBI aumentó de un 44 por ciento en 1997 a un 55 por ciento en 2001. Durante ese mismo período, el país dejaba de crecer rápidamente, con una tasa de crecimiento del PBI que decayó de manera continua de un 8 por ciento en 1997 a un -4 por ciento en 2001, la pobreza aumentó de un 13 por ciento a un 40 por ciento y el desempleo se incrementó de un 13 por ciento en 1998 a un 18 por ciento en 2001.5 Más prestamos serán igualmente ineficaces, ya que lo que Argentina necesita para reactivar su economía es una reforma estructural integral.
- Los cambios en
Argentina suceden solo después de una crisis. Hace
más de 10 años, cuando Argentina tenía el
problema de la hiperinflación, el Presidente Carlos Menem
impulsó diversas reformas de libre mercado con el fin de
reducir la inflación y modernizar la economía
Argentina. El pueblo argentino recibió como recompensa
bienes y servicios de mejor calidad y mas baratos, una mayor
productividad, una moneda estable y crecimiento económico.
Sin embargo, ni el gobierno de Menem ni el de su sucesor, Fernando
de la Rúa, tomaron medidas para desregularizar el mercado
laboral, simplificar las regulaciones, mejorar la independencia del
poder judicial o disminuir las barreras comerciales. Sin estas
reformas vitales, las inversiones desaparecieron, el desempleo
aumentó y, finalmente, se produjo la crisis más
reciente.
Durante los últimos tres meses, a partir de la imposibilidad de los argentinos de acceder al dinero que poseían en el sistema bancario, familias de todas las clases económicas han salido a las calles a expresar a viva voz sus deseos de cambio. Esta clase de presión, proveniente de la gente y no del FMI, es la única cosa a la que más le temen los dirigentes argentinos y, por lo tanto, representa el único incentivo para reformar. La recepción de nuevos fondos procedentes de Estados Unidos antes de que se implemente alguna reforma eliminará esos incentivos y, en consecuencia, las perspectivas de recuperación.
CÓMO PUEDE ESTADOS UNIDOS FOMENTAR LA REFORMA EN ARGENTINA
La Administración Bush hace bien en insistir que, antes de ofrecerle financiación adicional, el gobierno argentino debe trabajar conjuntamente con el Congreso nacional y los gobernadores provinciales en la implementación de las políticas necesarias para atraer inversiones extranjeras y fomentar la creación de puestos de trabajo. Un aumento del empleo permitirá que los argentinos recuperen parte de la confianza perdida en la dirigencia, alentará a la gente para que consuma más y promoverá el crecimiento económico, reduciendo al mismo tiempo la frustración y la desesperación que lleva a muchos ciudadanos a salir a las calles y saquear tiendas para obtener alimentos, ropa, electrodomésticos y muchas otras mercaderías. No se necesita dinero del exterior para implementar ninguna de estas reformas: se necesita voluntad política.
Aunque la solución de la crisis Argentina depende fundamentalmente de acciones domésticas, Estados Unidos puede crear incentivos que alienten al gobierno de Duhalde a adoptar las reformas necesarias para superar la crisis actual. Con ese objetivo, la Administración Bush debería:
- Interrumpir todo crédito a
Argentina hasta que las autoridades argentinas propongan un plan de
reforma creíble. Argentina necesita un plan para
reconstruir su economía. Dicho plan de reforma debe incluir
pasos para llegar a :
- Reformar el pacto de coparticipación con las provincias y convertirlo en un sistema de gobierno descentralizado en el que cada provincia recaude sus propios impuestos con el fin de afrontar su propio gasto público;
- Reducir el sector público;
- Simplificar el enmarañado sistema impositivo;
- Reducir la burocracia;
- Disminuir las barreras al comercio;
- Eliminar los controles de precios y las restricciones financieras para que la gente y comerciantes accedan a sus fondos;
- Implementar reformas políticas para poder controlar mejor como manejan los fondos públicos los funcionarios electos; y
- Fortalecer el poder judicial con el fin de hacer cumplir la ley y castigar a los funcionarios corruptos. Solo cuando Argentina disponga de una estrategia creíble para alcanzar estos objetivos, el gobierno de Estados Unidos debería apoyar el envío de ayuda financiera para ese país, solo en aquellas áreas del plan en las que los fondos puedan ayudar a la implementación.
- Avanzar la
reforma del mecanismo de otorgamiento de préstamos que
utilizan las instituciones financieras internacionales
(IFI). Las crisis financieras han aumentado durante la
última década en países de todo el mundo,
aún cuando el FMI y el Banco Mundial han destinado cada vez
más recursos a dichos países. Las bases para la
reforma del otorgamiento de préstamos de las IFI, con el fin
de mejorar su historial, se pueden encontrar en el informe de la
Comisión de Asesoramiento para las Instituciones Financieras
Internacionales, presidida por Allan H. Meltzer de la Universidad
Carnegie Mellon.6
- Con respecto al FMI, el informe avoca el establecimiento de un sistema de concesión de préstamos basado en condiciones previas que los países deben reunir antes de obtener el crédito.
- Con respecto al Banco Mundial, el informe defiende un sistema de donaciones basadas en el desempeño, que se otorgarían directamente a contratistas del sector privado en función del trabajo realizado, pasando por alto al gobierno y evitando, de ese modo, fuentes potenciales de corrupción. En general, las crisis económicas y la dependencia de créditos externos disminuirán si se desarrolla un entorno que promueva las ventajas y los beneficios de un mercado abierto.
CONCLUSIÓN
El gobierno argentino quiere nueva ayuda internacional para evitar la implementación de reformas de un alto costo político. Con el fin de lograr ese objetivo, ha diseñado una estrategia para obtener ayuda financiera de Estados Unidos y el FMI por razones de seguridad. Pero el envío de ayuda financiera o el apoyo al otorgamiento de créditos de parte del FMI a Argentina sin exigir un plan creíble y el compromiso de implementar las reformas políticas y económicas necesarias sólo servirá para prolongar la crisis.
Para ayudar a la recuperación de Argentina, la Administración Bush debe suspender el envío de fondos a Argentina y no apoyar el envío de fondos adicionales del FMI hasta tanto el gobierno argentino no presente un plan de reforma económica creíble. Además, la Administración Bush debería impulsar la reforma de las instituciones financieras internacionales con el fin de minimizar la posibilidad de que se generen crisis recurrentes. Un enfoque así fomentaría, en Argentina y en cualquier otro lugar, un ámbito que promueve la estabilidad económica a largo plazo, un mercado eficiente y la prosperidad.
Ana
I. Eiras es Analista de Política Económica
para Latinoamérica en el Centro de Comercio Internacional y
Economía de The Heritage Foundation.
2. Walter Curia, "El gobierno busca sacar rédito de su alineamiento con EE.UU.", Clarín, 11 de marzo, 2002. Ver también Luis Tonelli, Escenarios y Tendencias, boletín informativo en línea, marzo de 2002, disponible por solicitud en [email protected].
3. "Daer: Puede haber un estallido social si no se pagan los salarios a los estatales", La Nación, 2 de febrero, 2002; "Hay alerta en el gobierno por el cacerolazo de hoy," La Nación, 25 de enero, 2002.
4. Ana I. Eiras y Brett D. Schaefer, "Argentina's Economic Crisis: An `Absence of Capitalism,'" Heritage Foundation Backgrounder Nº 1432, 19 de abril, 2001.
5. Unidad de Inteligencia de "El Economista", Country Profile 2001 y Country Report 2002. Ver también Eiras y Schaefer, "Argentina's Economic Crisis: An Absence of Capitalism, y Silvia Stang, Hubo 3,7 millones m·s de pobres en solo un aÒoî, La Nación, 27 de marzo, 2002.
6. El informe de la Comisión de Asesoramiento para las Instituciones Financieras Internacionales está disponible en inglés en http://www.house.gov/jec/imf/meltzer.htm y en español de la Heritage Foundation.