El modelo económico de la Isla del Encanto

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El modelo económico de la Isla del Encanto

Dec 12, 2010 2 min read
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Spokesperson, The LIBRE Initiative

Israel Ortega is a former contributor for The Foundry.

En medio de una de las peores recesiones económicas, nuestro país se encuentra en pleno debate sobre qué hacer para llegar a un acuerdo en el asunto tributario. El acuerdo final tendrá tremendas implicaciones para el próximo año. Para entender por qué importa tanto este debate, deberíamos mirar hacia Puerto Rico para valorar las consecuencias fiscales de un plan acertado y un plan equivocado.

Impulsada por el gobernador Luis Fortuño, la Isla del Encanto ha estado tomando medidas valientes y audaces para implementar un exitoso plan económico.

La isla de Puerto Rico es pequeña, eso lo sabemos. Pero también sabemos que Puerto Rico y su gente son parte de este país, alentándonos con su bella cultura que puede ser apreciada como en ningún otro lugar (fuera de Puerto Rico) en Nueva York, la Gran Manzana.

Pero sólo hace un par de años, la Isla del Encanto estaba a punto de caer en un épico colapso económico. Como informaba la periodista Mary A. O’Grady: "Puerto Rico tenía un déficit presupuestario de casi un 46% y estaba a punto de alcanzar económicamente el estatus "basura". El principal culpable de esta situación era un altísimo impuesto a las empresas que estaba espantando a muchos inversionistas. Y como si eso fuera poco, el entonces gobernador de Puerto Rico estaba gastando a manos llenas, dejando en su camino un déficit presupuestario de casi 3.3 mil millones de dólares.

¿Le suena conocido? Si lo es, esto se debe a que hay paralelos espeluznantes entre la fracasada política económica de Puerto Rico y las medidas respaldadas por algunos aquí en Washington, D.C. para levantar nuestra economía.

El año 2010 será recordado en los libros de historia como uno de los más caros para cada el contribuyente americano. El año empezó con el famoso paquete de estímulo que nos costó más de 800 millones de dólares, seguido por una reforma del sistema de salud a un precio de casi un billón de dólares (repartidos en los próximos 10 años). Y claro que esto no incluye ese grandísimo proyecto de ley ómnibus para pagar el gasto de nuestras agencias federales. No nos debería sorprender que tantos estadounidenses se expresaran en las urnas como lo hicieron eligiendo una nueva Cámara de Representantes.

No obstante, parece ser que no todos entienden la ira del pueblo.

Además de abogar por más dinero federal, algunos legisladores están pidiendo un aumento de impuestos. Según ellos, lo primero que deberíamos hacer es subirles los impuestos a todos aquellos que ganan más de 250,000 dólares al año porque esto sería lo justo. Pero lo que no nos dicen nunca es que muchos de los que ganan esa cantidad son los dueños de pequeñas empresas. No cabe duda que muchos de estos pequeños negocios cuentan con el denodado esfuerzo de nuestra comunidad hispana.

Sin embargo, estas son precisamente las críticas a las que se enfrentó el gobernador Luis Fortuño cuando empezó a impulsar sus medidas para recortar impuestos. Muchos lo llamaron cruel cuando despidió a empleados del gobierno y lo tildaron de guardián de los ricos cuando recortó el impuesto de sociedades.

Afortunadamente para el gobernador, y más importante aún, para Puerto Rico, sus esfuerzos se están viendo recompensados al rechazar la premisa de que subir los impuestos es una buena idea. Ahora, además de dejar la zona de peligro inminente por el rechazo de los inversionistas extranjeros, la isla de Puerto Rico les está ofreciendo un plan a seguir a los legisladores en Washington, D.C.

Subir los impuestos es una pésima idea. Hasta el presidente Obama recientemente aceptó esta premisa hace poco, tras salir de las negociaciones con ambas cámaras. Esperemos que el presidente se mantenga firme ya que muchos en su partido le están pidiendo hacer lo contrario. Nuestra economía depende de un liderazgo audaz y valiente.

Israel Ortega es editor de Heritage Libertad. 

First appeared in El Diario de La Prensa

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